Ojos ciegos caminantes en las espinas
En verdades enredadas por cristales
Que transitan en inmensos vitrales
Implícitos en retazos que dominas
Pero que a la postre bien sabidos tuyos
En el compás de amalgama de las noches
Y que sin vergüenza en el agua traes
Para luego dejarlos sin remordimientos.
Y bien sabidos los retazos del alma
Que me traes de los cristales rotos
Bajados de nuestra sangre a tu palma
Pero que más da si dejamos los escollos
Para el lado cuando venga la calma
Y luego nos fumamos unos cogollos